Gran parte de la basura electrónica de España termina en vertederos de África

El consumo de dispositivos electrónicos en España continúa en aumento, lo que también incrementa la cantidad de residuos electrónicos. Según el último informe de la ONU, el mundo genera anualmente 62.000 millones de toneladas de residuos electrónicos, y tres cuartas partes de estos terminan en vertederos en África. Europa es el mayor generador de estos desechos, y España se sitúa por encima de la media europea con un promedio de 19,6 kg de residuos electrónicos por habitante al año, solo superada por Alemania, Francia e Italia.

En España, se procesan 395.200 toneladas de residuos electrónicos al año, lo que representa solo el 42% del total generado. El informe revela que un 57,7% de los residuos desaparece sin dejar rastro, lo que equivale a aproximadamente 540 millones de kilos.

Carlos Arribas, de Ecologistas en Acción, destaca que muchos residuos electrónicos no llegan a las plantas de reciclaje debido a robos en los puntos limpios. En Andalucía, se registran tres robos semanales en estos puntos, y el 70% de los residuos que llegan a Aznalcóllar (Sevilla) lo hacen sin componentes valiosos como metales, que han sido sustraídos para su venta en chatarrerías. Esta situación impide el cierre del ciclo de reciclaje.

Además, una gran cantidad de dispositivos electrónicos se almacenan en hogares y empresas. Aunque no hay datos oficiales, se estima que muchos teléfonos, cargadores y otros dispositivos obsoletos se guardan sin ser reciclados, lo que dificulta cuantificar la cantidad real de residuos electrónicos acumulados.

El destino más preocupante de los residuos electrónicos que no se reciclan en España es el vertedero de Agbogbloshie en Ghana. Este vertedero, que ocupa varios kilómetros y es atravesado por un río, es conocido por las deplorables condiciones en las que miles de personas, incluidos niños y ancianos, trabajan sin protección ni derechos. Aunque ha habido intentos de desalojar el vertedero, sigue recibiendo residuos electrónicos de todo el mundo.

La importación de estos desechos electrónicos a África, aunque monitoreada, es difícil de controlar. Otros puertos importantes de entrada son Durban (Sudáfrica), Bizerta (Túnez) y Lagos (Nigeria). A pesar de que estas exportaciones son ilegales, la basura se cuela en Ghana en contenedores cerrados y con escaso control aduanero.

Los dispositivos electrónicos contienen materiales peligrosos como mercurio, plomo, cadmio, cromo, arsénico y antimonio, que son altamente contaminantes. Por ejemplo, una batería de níquel-cadmio puede contaminar 50.000 litros de agua, y un televisor, hasta 80.000 litros. Estos metales pueden causar graves daños a la salud humana y al medio ambiente.

Aunque España cuenta con varias plantas de reciclaje, estas son insuficientes para gestionar el volumen de residuos electrónicos generados. A pesar de las campañas de concienciación ciudadana, su impacto real es limitado. Una propuesta para mejorar el reciclaje es implementar un “sistema de retorno mediante valorización”, similar al usado para envases, donde los usuarios recuperarían un depósito al devolver sus dispositivos electrónicos para reciclaje.

Carlos Arribas concluye que es esencial adoptar medidas efectivas para fomentar el reciclaje y reducir el impacto ambiental de los residuos electrónicos, protegiendo así la salud pública y el medio ambiente.