Un estudio de la Universidad de Santiago de Compostela investigó los efectos sobre las poblaciones de Eisenia fetida de diferentes concentraciones de bioplásticos compostables certificados. Ningún efecto sobre su crecimiento y cantidad. Un paso adelante en la búsqueda de soluciones a la contaminación plástica tradicional
Pequeños, incansables, auténticos arados naturales. Con su incansable “manía” por cavar túneles subterráneos, las lombrices de tierra se encuentran probablemente entre los jugadores más importantes para mantener los suelos fértiles. Su trabajo mezcla las capas del suelo, permite que el aire y el agua penetren en las capas más profundas, distribuye grandes cantidades de materia orgánica, favoreciendo la actividad de producción de humus por parte de los microorganismos que habitan en las diferentes capas del suelo. Y el humus -ahora se sabe- es fundamental porque aumenta la capacidad de un suelo para retener agua, además de ser una importante fuente de nutrientes para las plantas.
Un valioso bioindicador
Además, las raíces de estos últimos se extienden más rápidamente en suelos blandos y en las galerías creadas por las lombrices. Por tanto, no es casualidad que estos animales sean considerados como el principal bioindicador de la calidad del suelo y tengan un especial valor ecológico: su desaparición o disminución de la población tiene consecuencias desastrosas para el medio ambiente y la salud del suelo.
Por otro lado, existen amenazas a su supervivencia. Empezando por la contaminación por microplásticos, ahora endémica en muchas tierras agrícolas debido a prácticas agronómicas que han subestimado las consecuencias a medio y largo plazo del uso de productos no compostables. Hace tiempo que las láminas de acolchado hechas de polietileno y otros materiales plásticos terminaron en el muelle. Productos muy utilizados en tierra por su capacidad para reducir la presencia de malas hierbas, conservar la humedad y asegurar la conservación de un microclima ideal. Pero a la hora de deshacerse de ellos empieza el problema, por los costes y la mano de obra necesaria. Es por ello que gana terreno su sustitución por bioplásticos compostables: un camino que también fue apoyado, hace ya 5 años, también por el Parlamento Europeo.
Impulsan los bioplásticos compostables
Pero, ¿realmente estos ejemplares compostables respetan la microfauna del suelo a partir de las preciosas lombrices de tierra? Una confirmación en este sentido proviene de un reciente estudio realizado por los departamentos de Biología y Zoología de la Universidad de Santiago de Compostela. Los investigadores españoles examinaron específicamente el crecimiento, la mortalidad, el ciclo reproductivo y las variaciones de comportamiento de las lombrices de tierra de la especie Eisenia Fetida.
Durante el ensayo, las probetas se sumergieron en cinco concentraciones diferentes de una mezcla de bioplásticos a base de PLA y PBAT y que disponían de la certificación de compostabilidad industrial “Bioplastic OK” según la norma europea EN 13432. Esta certificación, emitida en el año 2000 por la Comité Europeo de Normalización, indica los requisitos que debe reunir un bioplástico para ser definido como biodegradable y compostable y ser recuperado mediante reciclaje orgánico. Entre las características más importantes:
la capacidad de biodegradarse en al menos un 90% en seis meses,
la presencia de bajas concentraciones de metales pesados,
Valores de pH dentro de los límites establecidos
ningún efecto negativo en el proceso de compostaje.
Los resultados
Al final del estudio, las lombrices de tierra no mostraron ningún comportamiento inusual. “La prueba mostró que la mezcla estudiada de PLA y PBAT no tiene un efecto significativo en la población de Eisenia fetida”. Ninguna de las variables estudiadas aporta datos sobre los efectos negativos que provoca sobre la población de lombrices. “Su mortalidad – dice el estudio – no se vio afectada por la contaminación bioplástica, tanto cuando los especímenes estuvieron expuestos indirectamente (a través de pruebas de toxicidad del suelo) como directamente (a través de pruebas de toxicidad por contacto)”. Resultados similares en cuanto a su crecimiento y reproducción.
Obviamente, señalan debidamente los investigadores, este estudio plantea la necesidad de realizar más análisis centrados en otros tipos de bioindicadores del suelo y evaluar el impacto de otros tipos de materiales. “Este estudio, al igual que otros estudios similares realizados anteriormente, proporciona información sobre el efecto de un producto en particular. Pero los análisis de contaminación en suelos deben hacerse sobre la base de múltiples contaminantes para obtener más información. De hecho, los organismos del suelo están expuestos a más de un agente tóxico y la interacción entre todos ellos puede ser muy compleja”. En cualquier caso, concluyen los investigadores españoles, “nuestros estudios, basados en análisis de laboratorio, no muestran ninguna toxicidad para las lombrices”.
El método de análisis
Para desarrollar su análisis, los investigadores ibéricos siguieron las reglas impuestas por el estándar OECD 207 según el cual las lombrices adultas se exponen a diferentes concentraciones del material de prueba mezclado con un sustrato definido por el mismo estándar. Este suelo artificial se ha utilizado para descartar la posibilidad de que el suelo pueda contener partículas plásticas y está plenamente acreditado para evaluar la biotoxicidad de contaminantes. En cambio, la elección del tipo de lombriz recayó en Eisenia fetida porque es una de las especies indicadas tanto por la OCDE como por la Organización Internacional de Normalización (ISO) como apta para evaluar la toxicidad de todo tipo de sustancias en el medio edáfico.
Una barrera a los peligros del plástico tradicional
La necesidad de identificar sustitutos capaces de proteger tanto la salubridad de los suelos como las necesidades de los agricultores se hace urgente por la fotografía del mercado mundial de productos plásticos y la condición de los suelos del mundo, en los que la contaminación por sustancias plásticas tradicionales ha alcanzado niveles impresionantes. niveles
El primer informe global sobre plástico en suelos realizado por la FAO en diciembre de 2021 había calculado que de los aproximadamente 6.300 millones de toneladas de plástico producido hasta 2015, casi el 80 % no se eliminó adecuadamente. Tanto es así que los expertos de la agencia de la ONU aseguran que el problema de la contaminación por plástico en los suelos agrícolas del mundo es incluso mayor que en los océanos (donde su concentración es tan alta como para pronosticar que a mediados de siglo superará a la de pez).
Ya hoy en día las cadenas de suministro agrícola -todavía recuerda la agencia de la ONU- utilizan 12,5 millones de toneladas de productos plásticos cada año. Otros 37,3 millones de toneladas se utilizan en el envasado de alimentos. Los principales usuarios están representados por los diversos segmentos de la producción agropecuaria, con un total de 10,2 millones de toneladas por año. Le siguen la pesca y la acuicultura con 2,1 millones de toneladas y la silvicultura con 200.000 toneladas.
Según expertos de la FAO, la demanda mundial de films para invernaderos, mulch y ensilaje aumentará un 50%, pasando de 6,1 millones de toneladas en 2018 a 9,5 millones de toneladas en 2030. No en vano, la propia FAO, subrayando la importancia de la correcta gestión de sábanas desgastadas, ha recomendado oficialmente su sustitución por acolchados sintéticos fabricados con materiales biodegradables y compostables.