Cómo las ciudades pueden adaptarse al cambio climático

Por Brodie Boland, Elizabeth Charchenko, Stefan Knupfer y Shivika Sahdev

Las ciudades se encuentran en la primera línea de los crecientes riesgos físicos asociados con el cambio climático.1 Son el hogar de más de la mitad de la población mundial y, para 2050, se prevé que esa cifra aumente al 68 %.2 Las áreas urbanas suelen estar ubicadas en lugares de riesgo climático particular, como costas, llanuras aluviales e islas. Además, la infraestructura urbana moderna y sus sistemas operativos están estrechamente conectados. Una falla en una parte de una red puede afectar a otra, multiplicando el daño. Las carreteras inundadas, por ejemplo, pueden dañar las conexiones con el transporte público. Las marejadas ciclónicas y el calor extremo pueden provocar cortes de energía que dejan sin efecto los sistemas tecnológicos críticos para los hogares, los hospitales y las industrias.

Dadas las emisiones de gases de efecto invernadero existentes, parte del cambio climático ya está bloqueado, lo que hace que tales riesgos sean inevitables. Para proteger las vidas y los medios de subsistencia de los residentes urbanos, el imperativo es adaptarse y comenzar ahora. El cambio climático podría aumentar la gravedad y la frecuencia del calor extremo, las inundaciones, las sequías y los incendios forestales, los peligros específicos que se abordan en este informe.3 Más del 90 % de todas las áreas urbanas son costeras; para 2050, más de 800 millones de residentes urbanos podrían verse afectados por el aumento del nivel del mar y las inundaciones costeras.4 Además, 1600 millones de personas podrían ser vulnerables al calor extremo crónico (frente a los 200 millones actuales) y 650 millones podrían sufrir escasez de agua.

Debido a que diferentes ciudades enfrentan diferentes riesgos climáticos y tienen diferentes niveles de vulnerabilidad, las opciones de adaptación que son efectivas en la mayoría pueden no ser factibles en otras. Para gestionar esa complejidad, las ciudades pueden concentrarse en acciones que aprovechen sus puntos fuertes (en recursos, características físicas y activos, y control jurisdiccional) y ofrezcan un alto rendimiento en la reducción de riesgos. Identificar adaptaciones de tan alto impacto puede ser desalentador, dada la naturaleza en constante desarrollo de la amenaza climática y la vertiginosa variedad de opciones de adaptación disponibles.

Este informe, coescrito con C40 Cities Climate Leadership, una red de grandes ciudades comprometidas con abordar el cambio climático, busca ayudar a los líderes a establecer prioridades y elegir cursos de acción. Identifica una lista inicial de 15 acciones de alto potencial que pueden funcionar para muchos tipos de ciudades. Las acciones se eligieron sobre la base de tres fuentes principales: C40 Cities Climate Leadership y análisis de McKinsey, consultas con expertos en adaptación y líderes de la ciudad, y una extensa revisión de la literatura.

Hay dos partes en el informe. El primero establece las 15 acciones. Cuatro de ellos construyen resiliencia sistémica, lo que significa que fortalecen todo tipo de ciudades. Los otros 11 son específicos de amenazas, lo que significa que se enfocan en riesgos climáticos físicos particulares. Algunas de las 15 acciones, como la construcción de barreras para proteger las áreas costeras y la modernización de la infraestructura, son complejas y costosas. Otros, como plantar árboles junto a las calles e iniciar programas de cambio de comportamiento para conservar el agua, no lo son. Ejemplos de todo el mundo, tanto en economías avanzadas como en desarrollo, demuestran lo que es posible.

La segunda parte del informe describe, en términos generales, cómo las ciudades pueden implementar las acciones. Sugerimos que comiencen definiendo los peligros más relevantes y comprendiendo los riesgos que esos peligros representan para sus comunidades. Sobre esa base, las ciudades pueden realizar análisis detallados del impacto, los costos y la viabilidad de la reducción de riesgos de diferentes acciones.

Varios temas importantes surgen de la investigación. En primer lugar, las soluciones basadas en la naturaleza, como la plantación de árboles junto a las calles, la gestión de cuencas hidrográficas y las soluciones sostenibles de drenaje urbano, se encuentran entre las acciones más atractivas debido a su impacto en la reducción de riesgos y su viabilidad. Las soluciones basadas en la naturaleza también suelen brindar beneficios más allá de la adaptación en áreas como la descarbonización, el crecimiento económico y la salud.6

En segundo lugar, las ciudades pueden invertir en acciones que aumenten la resiliencia de manera sistémica, además de adaptarse a amenazas específicas e inmediatas. La resiliencia sistémica incluye una mayor conciencia de los riesgos climáticos físicos, la incorporación de la conciencia de riesgo y la preparación en los procesos de la ciudad, la optimización de las respuestas de emergencia y la mejora de los programas financieros y de seguros.

En tercer lugar, hay un importante elemento de equidad en la adaptación al riesgo climático. Las poblaciones vulnerables, como los niños, los ancianos, las comunidades de bajos ingresos, algunos grupos minoritarios, las personas con discapacidades y las mujeres, pueden tener mayores riesgos.

En tercer lugar, hay un importante elemento de equidad en la adaptación al riesgo climático. Las poblaciones vulnerables, como los niños, los ancianos, las comunidades de bajos ingresos, algunos grupos minoritarios, las personas con discapacidad y las mujeres, pueden correr un mayor riesgo de sufrir daños relacionados con el clima. Por ejemplo, la urbanización rápida y continua está provocando un aumento de la población en los asentamientos informales.7 A menudo carecen de los recursos y la capacidad de adaptación para resistir eventos importantes, como inundaciones y calor extremo.

El riesgo climático afecta directamente a las personas (salud, habitabilidad y trabajabilidad), los activos (negocios, hogares y hospitales) y los servicios (energía y suministro de alimentos). Este informe puede servir como punto de partida para ayudar a las ciudades a desarrollar sus agendas de adaptación. Los líderes deberán profundizar más a medida que elaboran sus estrategias. El conocimiento local es fundamental para el éxito.

Al mismo tiempo, la adaptación climática es una de las muchas prioridades en competencia, y los recursos urbanos son limitados. Al identificar las acciones más efectivas y factibles, las ciudades pueden enfocarse en ejecutarlas bien y generar impulso para hacer más. Este informe es un llamado a la acción: acción enfocada. Esperamos que ayude a las ciudades a desempeñar un papel importante para lograr un progreso más rápido y seguro hacia un futuro saludable y sostenible.