A pesar de carecer de una estructura para el reciclaje, las costas de Senegal, específicamente el litoral de Saint Louis apuesta por reciclarlo, a pesar de una falta de gestión de residuos adecuada. Ante la falta de recursos e iniciativas promovidos por el Gobierno y las autoridades locales, un grupo de residentes han decidido con creatividad acabar con los residuos de su comunidad.
El proyecto de reciclaje y gestión de residuos plásticos se denomina Defaratt –Defarat, que significa rehacer, transformar, y lo ha puesto en marcha la asociación Hahatay, en Gandiol.
Defaratt nace oficialmente en junio de 2019, pero surge de un largo proceso de investigación, colaboraciones entre distintos colectivos españoles y senegaleses, y la preocupación de darle salida a la enorme cantidad de residuos que se generan cada día. El colectivo Hahatay ya había experimentado con materiales reciclados y construyó una escuela infantil en 2017 con 7 mil botellas de plástico rellenas de arena.
Una de las formas de reciclar es hacer sofás rellenos con botellas de PET. Este plan cuenta con el apoyo Nosolofilms y parte de la idea de del mexicano Andrés Lhima, un antiguo compañero de universidad de Julián García, un diseñador industrial que viajó a Senegal. Lo hizo como parte de un grupo de trabajo de la empresa. Ahora cuentan con centros de acopio en cuatro pueblos de Gandiol: Gop, Tassinere, Ndiébène y Pilote Barre.
Además, con las máquinas sacadas de patrones de uso colectivo del foro mundial Precious Plastic que el Centro de Formación Somorrostro ha mandado a Hahatay, también han podido experimentar en la producción de moldes a pequeña escala de un ladrillo, de azulejos y cuencos para la comida. “
Hasta el momento tienen 4 máquinas: una trituradora para convertir los residuos plásticos en fragmentos pequeños; una extrusora, que los moldea; una inyectora, que los calienta e inyecta en el molde del objeto seleccionado y una compresora que presiona ese plástico caliente dentro de dicho molde, además de un horno.
Su trabajo ha logrado que mejoren el proceso de lavado, triturado y depurado del plástico duro. Con ello esperan vender pellets reciclados a empresas y así autoabastecerse.
Uno de los mayores obstáculos es que Senegal no cuenta con una gestión oficial adecuada de la enorme cantidad de basura que hay en la zona. La basura se recoge de manera informal: carretillas tiradas por un caballo. Ahora, están trabajando en un proyecto financiado por el Banco Mundial, llamado Le Projet de Gestion des Eaux pluviales et d’adaptation Au changement climatique (Progep, en sus siglas en francés). Hasta ahora la recolección se basa en que los carretilleros recojan la basura sin separar y la desechan en los vertederos.
Progep empezó a funcionar en junio de 2019 en cinco pueblos pilotos de los 30 que hay en la zona de Gandiol: Gop, Tassinere, Ndiébène, Mouit, Keur Barka. El estudio y la implantación de este proyecto de mejora de recogida de basura afecta a 6 mil habitantes, en una zona de entre 22 y 25 mil habitantes. Una de las primeras medidas es identificar, con los jefes de cada comunidad, los pasos intermedios que da la basura doméstica, desde que sale de las casas, es llevada a puntos intermedios de recolección y los camiones del ayuntamiento (tres para 250 mil personas) la transportan a Gandion, el gran vertedero de la zona.
Progep cree que si se refuerza la capacidad doméstica de separar los residuos es una forma de hacerles entender a los usuarios que este sistema no es gratis y que no está mal pagar mil francos por persona (1,5 euros). Quieren empezar repartiendo entre 2 y 3 mil cubos de basura entre las casas de los pueblos piloto.
La importancia de la sensibilización
“¿Pero esto es de plástico?”. Es la continua pregunta que les hacen a los responsables del proyecto Defaratt cada vez que dan charla de sensibilización en colegios o reuniones de la comunidad en Gandiol y les enseñan las piezas conseguidas con los moldes de un ladrillo, un azulejo o un bol.
Sus esfuerzos los han hecho concluir que que es complicado cambiar las ideas de los más mayores, pero si da resultado en los más pequeños, por lo que es imperativo inculcar el hábito de reciclar.
Por ello, Samba Sarr e Isabelle Visart fundaron For sopi, que significa recoger y transformar en wolof. Es el nombre del proyecto con el que los dos se han embarcado en la lucha contra la mala disposición del plástico ligero y con el que ha creado una escultura de hierro y redes de pescador para introducir plástico. Es una idea para sensibilizar a la gente, al mismo tiempo que se recupera el material. Sarr ha fabricado una docena de estos peces, nueve de ellos repartidos por la ciudad colonial francesa, en cada uno se lee una placa que dice: “Amo el plástico, nútreme”.